El diablo viste a la moda

En el vertiginoso mundo de la moda de Nueva York, en donde una talla cero corresponde, hoy en día, a una talla dos, y una talla seis es ahora talla ocho, en donde un mal día de peinado puede significar el fin de una carrera; es allí el mismísimo sitio donde Runway Magazine es el Santo Grial. Controlada por Miranda Priestly (Meryl Streep), con mano fuerte –la mujer más poderosa del mundo de la moda- Runway es un guante temible para cualquiera que quiera inmiscuirse en esta industria.

Para hacer de Runway la Biblia de la moda de Nueva York y por consiguiente del mundo, Miranda no ha permitido que nadie se interponga en su camino… incluyendo a una larga lista de asistentes que no han estado a la altura. Se trata de un trabajo en el que ninguna persona que se respete a sí misma puede sobrevivir, sin embargo, es una oportunidad por la que millones de jóvenes mujeres en Nueva York matarían por tener.

El trabajo como asistente de Miranda podría abrirle las puertas a la recién graduada Andy Sachs (Anne Hathaway). Más una gris colegiala que una persona de la alta costura, se las arregla sola en medio de un pequeño ejercito de “charlatanes” que Runway tiene por personal –las divas de la moda súper delgadas resuenan su tacones en los pasillos de las oficinas principales de la revista ubicadas en Manhatan–. Pero cuando Andy aparece para llenar el puesto, le queda claro que escalar en esta industria le tomará más que temple y determinación.

Y su última prueba está parada frente a ella, enfundada de los pies a la cabeza en Prada.

Miranda podrá manejar al mundo de la moda como pelota de basketball, pero le cuesta un trabajo endiablado encontrar y mantener a una buena asistente. Andy es exáctamente la persona equivocada para el trabajo. Pero tiene algo que el resto de las asistentes no tiene: se rehúsa al fracaso.

Para volverse la asistente perfecta, Andy necesitará hacerse a la imagen y semejanza de Miranda. Pronto, para gran consternación de su novio (Adrian Grenier), podrá zambullirse en las habladurías como pez en el mar, caminar las pasarelas con la gracia de una gacela, y nunca más volver a confundir a Dolce con Gabbana.

Pero mientras más aprende de la vida a través de los ojos de Miranda, más comienza a aprender que el mundo de su jefa es fabuloso pero solitario... y que a veces el más gran de los éxitos, implica grandes sacrificios.

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